martes, 24 de febrero de 2009

La aldea global

El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

¿Cuáles son los grandes temas de la filosofía en el presente? ¿Sobre qué tópicos nos preguntamos? Durante el siglo XX, ya hay que decir “el siglo pasado”, ha habido tantos fenómenos sociales, cambios de paradigmas culturales, innovaciones tecnológicas y catástrofes evitables que nos ha dejado perplejos y meditabundos.

Así como el siglo XIX ha visto nacer a las ciencias sociales (sociología, antropología, psicología, politología) y alumbra la semiología o semiótica, la centuria siguiente las ve crecer hasta llegar a la edad adulta. La lingüística estalla en múltiples teorías para explicar no sólo el proceso del habla y la conformación de las lenguas nacionales, sino para desentrañar el acto de la comunicación. Estamos en la era de los mass-media.

En esta inmensa tarea de la interpretación de lo que decimos encontramos a Hans Gadamer que desarrolla la hermenéutica, disciplina que abordará la comprensión como objeto de estudio, Ludwig Wittgenstein que explica la lógica del lenguaje, Bertrand Russell, quien hace del uso de la lengua el tema central de su filosofía hasta llegar a Noam Chomsky y su teoría generativa, a Marshall McLuhan con su concepción de aldea global y a Giovanni Sartori, quien acuña el término de homo videns.

Entendernos parece ser el signo de los tiempos. Porque, tal como lo enuncia Wittgenstein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Para correr ese límite, para incluir al otro, tengo que saber interpretarlo.

Gadamer dedica su larga vida (vivió 102 años) a este proceso. Define como comprensión al rescate del sentido que comparten los seres humanos en el ámbito de la historia y la tradición. Sostiene que preguntar es la forma inicial de producir conocimiento y que hay que estar proclive a la sorpresa que nos proporcionará la respuesta, estar dispuesto a dejarse decir algo. También aborda los conceptos de tradición y prejuicio. La tradición que conforma nuestro marco de referencia, pero que podemos superar y mejorar. El prejuicio inmanente en toda tradición, que no debe cerrar la comprensión, sino todo lo contrario: ser un acicate para abrirla. En la medida que la tradición abre nuevos caminos dentro del acontecer histórico al que pertenecemos, constituye un momento de la libertad y de la historia mismas.

Russell, en su teoría de las descripciones, aboga por la claridad de expresión, para dejar el menos espacio posible a las especulaciones. Exige que cada descripción definida en efecto contenga una afirmación de existencia, una afirmación de unicidad que da esta apariencia, pero éstas pueden ser descompuestas y tratadas separadamente de la afirmación que es el contenido obvio de la proposición.

Chomsky revoluciona la lingüística teórica al sostener que la adquisición del lenguaje es casi instintiva, que no se trata de un proceso de aprendizaje y asociación. Postuló, además, que existen unos principios abstractos comunes en la gramática humana, más allá de las lenguas propias de cada región. De esta manera, llamó gramática generativa al conjunto de reglas innatas que permiten traducir combinaciones de ideas a combinaciones de palabras.

McLuhan, un estudioso canadiense, vislumbra la sociedad de la información actual en la década del 60. Establece que se trata de una “aldea global”, gracias a la interconexión de los medios electrónicos. Anuncia que “el medio es el mensaje”, como un camino para la lectura e interpretación de la noticia de acuerdo con el medio que la reproduce.

Y Sartori completa esta visión, cuando señala la aparición de una generación de niños educados frente al televisor, los videojuegos y la Internet: nace el homo videns. Alerta sobre el empobrecimiento de la comprensión y sobre la opinión teledirigida, el no cuestionamiento de lo que aparece en la imagen, la aceptación de lo que se ve como única realidad.

Esto es apenas la punta del iceberg: en el temario hay muchas otras cuestiones que desvelan al hombre actual. Algunas de corte moral, como la tortura, la pena de muerte, el aborto. Otras de tinte político-cultural, como las democracias formales, el derrumbe del socialismo real, la integración multiétnica en las grandes urbes, la causa árabe.

El panóptico de Bentham o, si se prefiere, el ojo del Big Brother de Orwell está aquí: todo está expuesto a la consideración global. Somos observados en la misma medida en que pispeamos a los vecinos. Y el efecto mariposa dejó de ser una metáfora poética para transformarse en una realidad amplificada millones de veces por efecto de la tecnología de la información.

Queda en cada uno separar la paja del trigo y ver qué hacemos con ese enorme caudal, que como toda corriente desbordada, trae mucha basura y algún que otro tesoro.

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