Desde el punto de vista de la filosofía, estética es la disciplina que trata de lo bello, de lo que agrada los sentidos. Desde la Grecia clásica, la belleza fue objeto de estudios y elucubraciones diversas.
Es Kant quien vincula el concepto de estética, entendido como análisis de la capacidad intuitiva sensible o ciencia de lo aprehensible de modo puramente intuitivo, con el análisis de lo bello y lo sublime en la Naturaleza y el Arte o ciencia de aquello que, sobre la base de la mera intuición, sin mediación del conocimiento conceptual: agrada o desagrada inmediatamente.
A lo largo de la historia, podríamos decir que hay tres formas de abordar la estética: la corriente idealista (Platón, Plotino, Hegel, Schelling, Schopenhauer, para quienes la belleza se funda en la mayor o menor participación en las esencias por parte de los objetos considerados como bellos. En lo bello se refleja lo divino (Plotino) o la idea (Hegel). Según Schelling, lo bello es la representación de lo infinito en lo finito, y muestra en sensible encarnación la unidad de lo ideal y lo real, lo teórico y lo práctico, lo subjetivo y lo objetivo.
La otra vía de abordaje es la concepción realista (Herbart, ven Kirchmann)y por último, la social-objetivista, típica del realismo crítico soviético (G. Lukács.
Más allá de estos pensadores, a fines del siglo XIX, surgió un movimiento artístico, en respuesta al utilitarismo filosófico en boga. Esta doctrina sostenía que el arte existe en beneficio de su exclusiva belleza.
El esteticismo se opuso a la fealdad y al materialismo de la sociedad industrial y fundamentaban su concepción en Kant, para quien las normas estéticas podían separarse de la moralidad, la utilidad o el placer.
Tal vez hoy se repitan condiciones similares a las que dieron origen a esta corriente. La tecnocracia imperante, la reivindicación de la vulgaridad desde los medios masivos de comunicación, el auge de ciertos cánones de belleza ficticios, hacen que volvamos a pensar en qué es belleza y qué es arte.
A tal fin, rescatamos un breve texto de Oscar Wilde, un esteta de la decadencia victoriana.
Prefacio a “El retrato de Dorian Gray"
El artista es el creador de cosas bellas. Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte.
El crítico es el que puede traducir de un modo distinto o con un nuevo procedimiento su impresión ante las cosas bellas.
La más elevada, así como la más baja de las formas de crítica, son una manera de autobiografía. Los que encuentran intenciones feas en cosas bellas, están corrompidos sin ser encantadores. Esto es un defecto.
Los que encuentran bellas intenciones en cosas bellas, son cultos. A éstos les queda la esperanza.
Existen los elegidos para quienes las cosas bellas significan únicamente belleza.
Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo.
La aversión del siglo XIX por el Realismo es la rabia de Calibán viendo su cara en el espejo.
La aversión del siglo XIX por el Romanticismo es la rabia de Calibán no viendo su propia cara en el espejo.
La vida moral del hombre forma parte del tema para el artista; pero la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Hasta las cosas ciertas pueden ser probadas.
Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista constituye un amaneramiento imperdonable de estilo.
Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo.
Pensamiento y lenguaje son, para el artista, instrumentos de un arte.
Vicio y virtud son, para el artista, materiales de un arte.
Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, la profesión de actor.
Todo arte es, a la vez, superficie y símbolo. Los que buscan bajo la superficie, lo hacen a su propio riesgo. Los que intentan descifrar el símbolo, lo hacen también a su propio riesgo.
Es al espectador, y no la vida, a quien refleja realmente el arte.
La diversidad de opiniones sobre una obra de arte indica que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos difieren, el artista está de acuerdo consigo mismo.
Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil, en tanto que no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente.
Todo arte es completamente inútil.
lunes, 23 de febrero de 2009
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